El sábado pasado la Filmoteca de Cantabria, en su avatar de Cineinfinito, dedicó una sesión a Joseph Bernard, compuesta de ocho películas seleccionadas y ordenadas por el propio autor. Bernard, muy poco conocido, es un discípulo de Stan Brakhage que hizo películas entre 1975 y 1985. Mi ignorancia sobre este tipo de cine es oceánica, pero hay placeres que no exigen la familiaridad, y en todo caso la erudición es un arma inútil para enfrentarse a un cuerpo hecho de luz y aire, en el que no hay nada que diseccionar.
Para comentarlas habría que ser un poeta, como Jonas Mekas; en mi juventud cayó en mis manos durante un tiempo un ejemplar de su Diario de cine, uno de los más bellos libros sobre cine, que leí a salto de mata como si fuera una crónica de viajes por lugares remotos y virtualmente inaccesibles.
Me he acordado de aquella vieja lectura viendo estas películas transparentes, que no admiten esa forma de viaje que es la proyección del espectador, ni tampoco las paráfrasis verbales y los análisis profundos: en ellas, la distinción entre contenido y forma es un juguete roto e inservible. Ajenas al tempo de la contemplación, transcurren con la rapidez de los sueños, aunque sin mensajes subliminales del inconsciente: meros destellos de color sin concepto, como los que ve un niño que ordena cristales de colores mojados con agua bajo una luz oblicua.
Como en los sueños, un gesto vale por una acción, y una acción pesa lo mismo que una visión fugaz, un temblor, un presagio. Las practicantes de un remoto y cuadriculado baile celta, envueltas en gruesos vestidos, se unen a la silueta de una mujer atrapada en el triángulo de una vela de windsurf: Eye Reels está compuesta de filmaciones familiares en las que la vida aparece como una sucesión de juegos, hilvanadas con la estructura inaprensible de un grueso tejido –en memoria de la abuela del autor.
Night Mix avanza hacia la oscuridad, mezclando imágenes de la “realidad” con otras que evidencian el propio mecanismo de su creación y otras puramente abstractas, que no ilustran nada exterior sino que se limitan a ser. Variant Chants, contrapartida luminosa de la anterior, sigue el mismo principio, hasta llegar a una coda trepidante que enlaza con la abstracción máxima de Full Circle -que incluye testimonios de homenaje a Brakhage.
Dejados atrás los traumas de la ausencia de relato, acallado el miedo a la arbitrariedad, uno puede mecerse en la dulzura de este naufragio.
Las imágenes están tomadas de la página personal del autor: http://www.josephbernard.com/home
Una selección de su obra, incluyendo varias de las películas que se proyectaron en la Filmoteca de Cantabria, puede verse en: https://vimeo.com/user19099155
Una suerte -y una necesidad- ver este tipo de cine en su formato natural.
Un saludo.
Así es: una suerte y un privilegio que debemos a Félix García, Julius Richard y José Luis Torrelavega.
Un saludo
Yo lo conocía de esta página de vimeo: https://vimeo.com/user19099155
Tiene más sentido estético que Brakhage, lo cual me sigue haciendo dudar si lo convierte en mejor pintor o en mejor cineasta. Hace poco pensaba en esto mientras veía seguidas «The hart of London» de Chambers y «Le sang des bêtes» de Franju.
No conozco la obra de Chambers; tal vez una próxima sesión de «cineinfinito» remediará mi ignorancia…
Félix de Azúa escribió en su «Diccionario de las artes» que el arte ha muerto, lo que permite el renacimiento de las artes; pero este renacimiento se produce con ciertas mutaciones, al margen de las viejas fronteras. No es un problema exclusivo del cine: ¿son «fotógrafos» Carlos Garaicoa, Alfredo Jaar, Joan Fontcuberta?
Un saludo
Yo he ido trillando ese terreno poco a poco, con más ahínco en estos dos últimos años y he encontrado hasta ahora tan poco que me parezca valioso como cuando busco entre comedias, films de terror o westerns. Me parece que hay una tendencia – acrítica – a defender miradas y obras en bloque por encima de las propias películas, llevando al límite del absurdo la asunción de la autoría cinematográfica no ya como la mejor sino como la única posible para entender el cine.
¿Y qué autores o películas recomendarías explorar, Jesús, dentro de este género?
Son muchos de los que he visto al menos algo muy bueno. A veces poco en relación a lo que rodaron, otras veces, bastante: Dziga Vertov, Maya Deren, Jean Painlevé, Billy Bitzer, Andy Warhol, Huillet & Straub, Lotte Reiniger, Grigorii Alieksandrov, Jonas Mekas, Jean Cocteau, Peter Emmanuel Goldman, Dimitri Kirsanoff, Raffaele Andreassi, Walter Ruttman, Manus Franken, Franco Piavoli, Zora Neale Hurston, Joseph Cornell, Júlio Bressane, Laszlo Moholy-Nagy, Wendy Clarke, Shirley Clarke, Peter B. Hutton, Bruce Baillie, Nicole Vèdrés, Wang Ping, Marcel Hanoun, Guy Debord, Michel Brault, Ferdinand Khittl, Jackie Raynal, Harmut Bitomsky, James Benning, Jose Álvaro Morais, José Antonio Sistiaga…
Es un largo camino.
Un largo camino, afortunadamente. Muchas gracias
Disculpad que me entrometa en un terreno para mí alienígena, pero ¿es Warhol de verdad un cineasta que merece la pena? Lo pregunto porque su arte plástico, por así decirse, no me dice nada, incluso me horroriza.
A veces resultó divertido, otras provocador, cuando menos se lo propuso, original y astuto. Vale la pena ver todo, aunque no haya mucho valioso. Despreció reglas, como si nadie antes hubiese nunca pintado, esculpido, tocado rock n roll, diseñado o fotografiado, con los traspiés y hallazgos lógicos. Pop, sí, pero de una época en que se podía ser tal cosa y tener tendencia a lo oscuro, lo intenso y lo chocante.
No conozco más que por referencias y algunas fragmentos las películas que dirigió Warhol; en todo caso, él es el perfecto emblema del «artista» antes que pintor, fotógrafo, productor musical o cineasta. Como dice Jesús, a pesar de ser el mayor exponente del pop, su obra es particularmente oscura, desigual y difícil.
Estrella de Diego confirma esta idea: «quien diga que Warhol es un artista de mayorías desde luego se equivoca, especialmente al referirse a su faceta de realizador cinematográfico. La mayoria de la gente pensó ante los Pop que el arte debía ser otra cosa, algo que conservara al menos parte de ese misterio del que siempre se habla. No estaban, en suma, preparados para la sorpresa que desde aquel momento debería sustituir al antiguo misterio». Y también: «Ni siquiera Hollywood podía consentir en el arte lo que aceptaba como rutina en el cine (crear puestas en escena, fantasmas, proyecciones) porque, hasta para Hollywood, el arte –sus consensos– debía ser más real que la realidad y esto solo se alcanzaría siguiendo unas férreas normas constructivas –espaciales– que, sin lugar a dudas, Andy había violado con sus latas o sus personajes suspendidos, sin fondo». Las citas proceden de su libro «Tristísimo Warhol» publicado por Siruela, que recomiendo a los interesados (y también a los escépticos como Luis).
Un saludo