Rilke escribió en uno de sus Sonetos a Orfeo (1):
Espejos: no se ha dicho aún con certeza
cuál sea vuestra esencia.
La naturaleza incierta de las imágenes se nos revela a través de los espejos. Por eso el cine, cuando tiende a la reflexión sobre sí mismo, no puede prescindir de ellos.
Los reflejos múltiples acentúan la voluntad de ir más allá de la representación. Pueden dar a entender, por ejemplo, que una mujer concreta, como la triste madame Beudet (Germaine Dermoz), una hermana refinada de madame Bovary lastrada por su convivencia con el asfixiante monsieur «Baudet» (todo su ser invita al juego de palabras, con perdón para los burros), es también otras mujeres; Germaine las invita a que se miren en el espejo de Germaine, que se reconozcan como parte de una misma comunidad en un mismo rostro neutro, un gesto mecánico ante el tocador.
Germaine Dulac: La souriante madame Beudet (1923)
Peter Tscherkassky: Outer space (1999)
Años después, una mujer puede permitirse vivir sola, sin nombre, sin atarse a los messieurs Beudet de este mundo; pero las fuerzas negativas permanecen, y el tedio y la falta de horizontes se convierten en angustia, cincelada artesanalmente por la mirada de un hombre, Peter Tscherkassky. Sus imágenes forman un sistema en sí, aisladas del espacio en el que se desenvuelve nuestra vida, marcado por la realidad de la muerte. En este caso no parece haber comunidad posible, ni siquiera una utópica esperanza. La disolución del ser individual en una imagen genérica, ¿supone un alivio de la tensión o una forma alternativa de pesadilla?
(1) Cito la traducción de Jaime Ferreiro (Espasa Calpe. Madrid, 1999)
Fuente de las imágenes: youtube.com
Espejos de tres caras y de tres tiempos. Mirar (desear) o atravesar (buscar); Bovary y Orfeo.
Las imágenes se siguen multiplicando porque ninguna resulta (es) satisfactoria.
Un saludo.
Muchos podrían decir, después de Flaubert, «Madame Bovary soy yo», y también, al mismo tiempo, como el propio Flaubert, lo contrario. Cocteau quiso ser Orfeo pero quizá se quedó más cerca de Narciso.
Las imágenes responden al deseo que expresó Fausto: «Detente, instante, eres tan hermoso»; pero la detención o belleza que proporcionan nunca es, desde luego, satisfactoria.
Gracias por el comentario, y por la recomendación previa de «La souriante madame Beudet».
Un saludo