Con él llegó el escándalo (Vincent Minnelli, 1960)
Desde el mismo arranque de Home from the hill, el espíritu del cazador encarna una determinada concepción de la virilidad. El acecho de un grupo de hombres entre unos matorrales desordenados remite a otro tipo de caza, cuyas consecuencias se muestran sin tardanza: el gran cazador está a punto de ser cazado por un marido celoso. En la siguiente escena, el médico que atiende al herido (el magnate local Wade Hunnicutt, interpretado por Robert Mitchum), expresa con palabras ese concepto de la hombría: conducir a 160 kilómetros por hora un coche nuevo cada año, cazar ciervos y jabalíes en la misma proporción que mujeres cada temporada… ¿Quién dijo que esta película estaba pasada de moda?
Tras una conversación en el coche entre Wade y Rafe (interpretado por George Peppard) que muestra la posición ambivalente de este último, asistimos a la primera confrontación del protagonista con su esposa Hannah (la estilizada y altiva Eleanor Parker). Una idílica foto de la familia reunida que aparece en segundo plano entre los personajes sugiere que quizá ahí radica su problema: querer aferrarse a la apariencia de una felicidad imposible.
En una escena muy posterior, que narra el inicio de otra andadura matrimonial -en este caso de la joven Libby (Luana Patten)-, otra foto de familia -la de su madre vestida de novia- se inmiscuye en su noche de bodas, y expresa sutilmente cómo las ilusiones y creencias ajenas influyen en los sentimientos de la chica.
Pocas películas contemplan con tanta comprensión y esperanza a los jóvenes, mostrando cómo sus impulsos, sus cambios de rumbo, sus errores, nacen de las mentiras y la corrupción de sus padres.
Home from the hill es ante todo una historia de aprendizaje, y Minnelli (un director inteligente que no necesita llamar la atención sobre sí mismo con gestos extraños, sino que se limita a hacer bien visibles las líneas esenciales del drama) reserva los primeros primeros planos del relato para el momento en que Mitchum empieza a educar a su hijo Theron (interpretado por Georges Hamilton, que parece una mezcla de Warren Beatty y Anthony Perkins) haciendo que dispare sobre la chimenea: el símbolo del hogar.
Más tarde, en el nuevo encuentro de los esposos Hunnicutt que tiene lugar en la escena de la barbacoa, Minnelli encuadra a Mitchum contra un fondo de árboles nocturnos, y a Eleanor Parker contra las cortinas y el interior doméstico: el conflicto irreconciliable de ambos se expresa con una fuerza tanto mayor cuanto que no necesita agregar explicaciones verbales que resultarían improcedentes por su falsedad en una escena como esta.
La oposición entre estos dos espacios aparece con toda claridad en el mismo título original, desvirtuado en la versión castellana (que apunta al aspecto más coyuntural de la película, su vertiente a lo Peyton Place). El título está tomado de un poema de Stevenson titulado Requiem, que ha tenido cierta fortuna cinematográfica (aparece también citado en They were expendable y The wings of eagles, de John Ford):
A cielo abierto, bajo las estrellas
cavad la tumba y dejadme descansar:
viví alegre y alegremente muero,
sólo tengo un deseo que pediros.
Este es el verso que debéis grabarme:
“Aquí descansa donde siempre quiso;
hogar tiene el marino, de vuelta del mar,
y hogar el cazador, de las colinas.”
La visión de Stevenson expresa inmejorablemente esa concepción de la virilidad ligada a la aventura y el viaje, incompatible con el hogar burgués, en la que el único verdadero hogar, lugar del reposo, es la tumba.
Home from the hill es como una versión macabra de la parábola del hijo pródigo, en la que el papel del pecador corresponde al padre (sin olvidar a la madre, y su orgullo sureño), de modo que los dos hijos, como las dos mujeres de Persona de Bergman, acaban misteriosamente intercambiando sus papeles: el hijo ilegítimo, criado en una cabaña de cazador, se integra en una sociedad de la que el escándalo lo mantenía aparte, mientras que el hijo de mamá renuncia a los privilegios que le ofrece una sociedad corrompida, y acaba siguiendo los pasos de su padre: deja de cazar mariposas y retorna a las colinas.
Fuentes de las imágenes: cinemelodic.blogspot.com / mundodvd.com
Una de esas estupendas películas de Minnelli que se «dan por sabidas» cuando solo se han visto superficialmente; pienso también en «Lust for Life», «Tea and Sympathy», «The Courtship of Eddie’s Father», «Goodbye, Charlie» y las más denostada de todas, «The Sandpiper». Me sorprende el poco hincapié que se hace en el lado fulgurante, turbulento y hasta desgarrado de sus dramas, para mí preferibles a sus musicales (y diría a la comedia si no mediase la irresistible «Designing Woman»). Gracias por la cita de Stevenson; ignoraba la relación de su poema con el título.
Comparto la predilección, dentro de la obra de Minnelli, por los melodramas, desde «Tea and Sympathy» hasta «The Sandpiper». El poema de Stevenson tiende a asociarse en el ámbito del cine con John Ford (vía «Spig» Wead), pero también aquí ocupa su lugar (en este caso procedente de la novela de William Humphrey en que se basa el guion).