Noches blancas (Luchino Visconti, 1957)
La obra de Luchino Visconti reviste una forma suntuosa (pero, con la notable excepción de La terra trema, dentro de una estética relativamente tradicional, muy alejada del modernismo de Fellini o Antonioni); por otra parte, carece de unidad de contenido, y está compuesta esencialmente de adaptaciones literaria. Estas circunstancias, añadidas a la condición híbrida de su figura (aristócrata comunista, apasionado del teatro tanto como del cine, pionero del neorrealismo y director de ópera), han actuado en cierto modo en contra de su prestigio crítico; y ello tanto en los años 50, en los que sólo valía el cine social y comprometido, como en los posteriores marcados por la línea de Cahiers du cinéma y su defensa de los autores.
Noches blancas es una película relativamente olvidada: situada entre dos hitos de su filmografía (Senso y Rocco y sus hermanos), adapta la novela corta de Dostoievski del mismo título, que años después llevaría también al cine Robert Bresson. El relato original desborda sentimentalismo, pero Visconti opta en su adaptación por un enfoque no sentimental, con la pureza de un diagrama; resulta difícil identificarse con ninguno de los extraños protagonistas de esta película -una historia de seres ingenuos narrada sin ingenuidad.
Las noches nórdicas y ambiguas del relato de Dostoievski son aquí evocadas en un escenario abstracto surcado por canales tortuosos, callejones y ruinas, en el que deambulan personajes que parecen salidos de un cuento de hadas. Maria Schell es una Cenicienta de perfectos rasgos germánicos y sonrisa sin ninguna sombra; su excusa para marcharse corriendo es la cita que le dio un misterioso huésped el año anterior, un príncipe con secreto encarnado por Jean Marais (al que pienso que Visconti escogió pensando en La bella y la bestia de Cocteau).
La película tiene la crueldad de los cuentos de hadas: muestra a personas que sueñan despiertas y no encuentran ningún amparo en la realidad, que viven como si un cristal las separara de los seres tangibles, los que bailan y se abrazan (excepcional secuencia del baile en un bar) en lugar de flotar como los copos de nieve; manifiesta cómo la decepción sucede a la ilusión, y cómo la ilusión de unos requiere la decepción de otros, en un juego de suma cero.
Visconti mueve sutilmente los hilos para dar todo el protagonismo a sus actores. Esta es una película que sólo adquiere su sentido vista en pantalla grande: la potencia casi impúdica de los primeros planos, la sutileza de la fotografía en blanco y negro, capaz de retener el trazo huidizo de un último copo de nieve… Sólo a través de rápidos gestos, pequeños detalles, podemos atrapar el trasfondo moral de una historia que parece trazada por un discípulo meridional, pero no menos elegante, de Max Ophüls.
Fuente de las imágenes: dvdbeaver.com
Nunca me ha vuelto a fascinar tanto como cuando la vi en pantalla grande, muy cierto. Muchas ganas de ver las versión de Bresson, aunque lo que circula por youtube es completamente invisible.
Saludos
Yo también tengo muchas ganas de ver Cuatro noches de un soñador, una de las pocas de Bresson que me faltan, y que ahora trataré de buscar. Curiosamente Visconti y Bresson, junto con Kurosawa, cineastas todos ellos bien distintos, son quienes más y mejor han adaptado a Dostoievsky.
Saludos,
Muy buena versión también la reciente de Vecchiali. Lástima que no se conserve copia de la de Cottafavi.
Gracias por la recomendación, que también nos apuntamos para el juego de las versiones comparadas. La visión de la crueldad como elemento del amor, incluso del más aparentemente ingenuo y soñador, ha dado mucho juego, y no sólo en las adaptaciones literales…
Saludos,
No conozco la versión de Vecchiali, me gusta la de Visconti, más aún la de Bresson y aún más (la que más, pues; de lo mejor y, sin rival, la más emocionante de todos estos últimos años) la de Gray.
Últimamente he estado un poco retirado del cine americano y no he visto Two lovers, lo que trataré de reparar gracias a tu recomendación. Las mejores películas que han seguido a Dostoievsky son las menos literales: Pickpocket, Rocco y sus hermanos, Barbarroja.
Saludos,
Para mí la mejor adaptación de Dostoievskíi (y casi la mejor película suya) es la de Bresson y la segunda quizá también le pertenece al gran cineasta francés («Une femme douce»).
Sternberg, Oliveira, Siodmak y otros también han hecho buenos films a partir de sus novelas.
Qué bien, no había pensado «Two lovers» como «Noches blancas», creo que me despistaba la morena. La había pensado más como «Vertigo» entorno al tema de las dos mujeres, pero me parece un excelso aporte.
Ayer vimos Two lovers, que encontramos en una biblioteca pública.
Respecto al relato de Dostoievsky, la película da una vuelta de tuerca al añadir a la segunda amante, y así desplaza el tema principal. El argumento de que la felicidad en el amor exige causar daño queda implícito, y pasa al primer plano la comparación entre dos tipos de amor: el que conduce a la muerte por agua, y el que lleva (¿por cuánto tiempo?) a la vida «normal» y al éxito social.
No recuerdo ahora otras películas made in Hollywood que me hayan gustado más en los últimos años, así que gracias de nuevo por tu aportación, Rodrigo.